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¡Trátame bien!

 

 

Vivimos en un mundo donde la supremacía del poder y del dinero mueve absolutamente todo, pero resulta lamentable que ello haya derivado en la decadencia de la sociedad actual.

 

Resulta alarmante la falta de respeto, la soberbia y la petulancia que es posible observar a lo largo de la vida cotidiana. En un mundo convulsionado como el que estamos viviendo estos ingredientes resultan letales. Por los cuatro puntos cardinales recibimos maltrato, violencia y la descarga emocional de quienes pretenden utilizarnos de sicoanalistas y cables de descarga a tierra. ¿Alguien puede decir que es lo que está sucediendo en la especie humana? ¿Quizás se trate de alguna especie de “pandemia” de grave contagio imposible de controlar? Quienes trabajamos de cara al público recibimos la descarga de las frustraciones de aquellos clientes insatisfechos que nos bombardean con su dardos cargados de insolencia, vulgaridad, impertinencia e intemperancia. Si nuestro puesto de trabajo se ubica en atención al cliente, estamos perdidos y acabamos recibiendo insultos y malos tratos. Si miramos las noticias desde los atriles de destacados personajes políticos también recibimos clases gratuitas de arrogancia, mala educación  y violencia psicológica. Los jóvenes caminan por la vida avasallando todo a su paso, con total desparpajo y temeridad. Valores morales y educación, como la recibimos de nuestros mayores, han pasado a mejor vida, olvidados en el polvoriento baúl de los recuerdos. ¿Qué hemos hecho con nuestros hijos? Crecimos bajo el estigma del respeto y la severidad de una educación estricta que nos anulaba solo con una mirada. Ansiábamos ocupar esos puestos privilegiados para demostrar que nuestros hijos crecerían bajo un cielo más justo, más liberal y más arropados con padres-amigos. Hemos sido tan permisivos que seguramente ya no podremos dar marcha atrás. Pero… ¿Cómo es posible enseñarles a nuestros hijos respeto, educación, sensibilidad si a diario somos testigos del accionar descalificativo protagonizado por personajes más o menos relevantes del mundillo político local y nacional? Presenciamos la desagradable y degradante actuación de unos y otros que en su afán de denigrar al oponente utilizan métodos poco ortodoxos y reñidos con la buena educación y uso de los valores elementales.  Los medios de comunicación hacen un uso abusivo de la notoriedad de los diferentes programas destilando un veneno letal que dejan fluir al exterior. Construyen destacados titulares destinados a atraer audiencia, sin importarle los medios que se empleen para ello. El mundillo político hace alarde de su protagonismo a través de los mismos medios que se hacen cómplices para bombardear a  los adversarios, sobre todo apoyando deliberadamente al oficialismo. SE hacen eco de rumores o incidías premeditadas dedicadas a distorsionar la realidad y a enlodar la reputación de las personas sin ningún tipo de escrúpulos, aprovechándose del alcance que poseen hacia millones de personas. Quizás todo ello sea motivado por la envidia, la codicia o la ambición desmedida que les nubla los sentidos y la inteligencia o simplemente debido a la mala educación que han recibido… o a los escasos valores aprendidos a lo largo de sus opacas vidas.

 Si la televisión, profesores y padres modernos damos un ejemplo erróneo o malversado de lo que significa ser “personas”, ¿qué futuro estamos sembrando? Los adolescentes, la juventud actual comprende el futuro del país, es nuestra responsabilidad crear un generación constructiva, instruida, educada y de provecho. ¡Por lo menos si aspiráramos a vivir en un país, en un mundo próspero, pleno de oportunidades, respeto, igualdad y justicia! ¡Para pensarlo!, o ¿me equivoco? Predicamos con el ejemplo, entonces ¿porque nos empeñamos en continuar siendo un espejo opaco en el que solo se reflejan sombras oscuras de la humanidad?

Los seres humanos nos diferenciamos del reino animal por el don de la palabra y de la inteligencia entre otras cosas, porque entonces ponemos tanto empeño en demostrar que realmente pueden llegar a ser los animales decanos con sus enseñanzas nobles y llanas.  

La violencia de género se ha convertido en una de las más horribles manifestaciones del ser humano. Maridos que matan a sus mujeres, por considerarlas de su propiedad o meros objetos de su pertenencia exclusiva, padres y madres que matan a sus hijos… Mujeres que prefieren botar al contenedor un hijo, en lugar de haber sido responsable y haber adoptado métodos anticonceptivos o darlo en adopción, cuando existen miles de mujeres en el mundo que serían capaz de dar hasta lo que no tienen por ser madres. ¡Ni las fieras salvajes proceden de esta forma tan ruin, tan bestial y despiadada!

Somos testigos impotentes al ver la violencia desatada entre los adolescentes que no dudan en apretar un gatillo y cegar la vida de otra persona, sin remordimiento alguno. En EE.UU se han dado reiterados casos de este tipo de violencia, donde han muerto “niños”, víctimas inocentes de un comportamiento demencial quizás incitado por la violencia y el terrorismo que pulula por el mundo entero.

Existen lamentablemente más tipos de violencia, la perpetrada por las mafias, narcotraficantes, sectas, terroristas o tiranos inexcrupulosos… Una variada gama de máquinas destinadas a matar… ¿Es esta sociedad evolucionada? O simplemente es solo una versión moderna de sociedades que predominaron en los albores de la historia desde el principio de todos los tiempos. ¿Qué hemos aprendido? ¿Qué legado nos han dejado las diversas guerras que sangraron a la humanidad? ¡Nada aparentemente!

El poderío siempre se ha caracterizado por pretender doblegar al resto de la humanidad, por avasallarlo y esclavizarlo, y la sociedad actual continua cometiendo los mismos errores que antaño, solo que de una forma solapada y con dobleces. Los grandes dirigentes políticos de turno utilizan la hipocresía, y la demagogia para acabar siendo burdos verdugos a la hora de la verdad.

La violencia manifiesta en el diario vivir de las personas, entre familias, amigos, vecinos… La falta de respeto y consideración hacia el prójimo, olvidando aquello de  que nuestros derechos acaban cuando comienzan los del prójimo…

 

Cuando tomemos conciencia de que la felicidad reside dentro de cada uno de nosotros y está formada por las pequeñas cosas, podremos afirmar que hemos evolucionado

 

Una sociedad que no se base en el respeto mutuo, en la preservación de los valores, de los derechos fundamentales está destinada al holocausto indefectiblemente. La humanidad de seguir por el espinoso sendero que deambula acabará autodestruyéndose a sí misma.

El engaño y la traición van asidas de la mano del capitalismo que se erigido en el gran “emperador” dominante, artífice de la desigualdad, la pobreza, la miseria, precariedad y el destierro de millones de personas a lo largo y ancho del planeta. Riqueza mal repartida, erogada entre un reducido grupo de “caciques”, titiriteros que mueven a su antojo los hijos de toda la humanidad.

Cientos de miles de personas mueren a diario merced de grupos de terroristas organizados y financiados por magnates que los proveen de armamentos; políticos inescrupulosos que asaltan los Estados para beneficiar a los grandes capitales y para beneficiarse a si mismos; gobernantes inhumanos que cierran los ojos y voltean la cabeza ante quienes huyen despavoridos de una guerra injusta y sangrienta como tantas otras, que parece  no tener fin, emigran en busca de una esperanza de vida, de un futuro para sus familias. Niños que mueren ahogados, o victimas de desnutrición y de enfermedades… La Loba romana salvó la vida de Rómulo y Remo y los hombres no son capaces de salvarse a sí mismo ni a sus pares…

Parece ser que todo se reduce a la sed por el poder, la ambición desmedida por la riqueza, la dominación de las personas… la abolición de los Derechos Humanos, la esclavitud, la supremacía todo bajo el mandato de la arrogancia, la soberbia, la petulancia.

Políticamente hablando existen países regidos por sistemas democráticos, otros “enmascarados” de una democracia simulada -como el caso de dictaduras de izquierda o de derechas-, sistemas totalitaristas, comunistas… todos ellos rindiéndoles tributo al dios “CAPITALISMO”. Globalización, neoliberalismo, todos términos muy usuales y también despiadados y frívolos, son los mismos que han instaurado una crisis mundial a raja tabla. Una crisis destinada a enriquecer más aún a los que más tienen y empobrecer y esclavizar a la gran mayoría. Quienes han sido sus artífices y mentores no tienen en cuenta que todos nacemos y morimos de la misma manera. Si realmente lo tuvieran en presente llegarían a la conclusión que bajo la piel TODOS somos iguales y que de este mundo terreno nada nos llevamos.

Quizás sea tiempo de recapacitar, de poner un freno y ver alrededor… Quizás lo que veamos no nos guste o hasta nos resulte digno de una mala película de terror. Recuperar los valores y las buenas costumbres, hacer uso de la solidaridad, de la generosidad y de la fraternidad seguramente nos dejara un saldo positivo en el balance de la humanidad del siglo XXI

¡Trátame bien! No más maltrato ni mentiras, ni mala educación, ni violencia gratuita… ¡No más desigualdad ni injusticia social, no más dominación ni sublevación ante el poderío del dinero! No más Judas al servicio del servilismo político mundial. Un mundo para todos, en el cual tenemos cabida todos, sería un buen slogan para el terrible punto negro que más víctimas colecciona.

 

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