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El parque estaba desierto a esa hora temprana de la mañana; el día se presentaba límpido y claro... El astro Rey brillaba en todo su esplendor ascendiendo majestuoso en el horizonte; el cielo azul simulaba una gran lámina azul acerada suspendida en el aire, mientras los aviones surcaban sus entrañas, marcando a fuego su estela blanca brumosa.- La temperatura había bajado varios grados en los últimos días, los árboles ostentaban las últimas hojas marchitas.- Era inminente la llegada del invierno, arrebujándose en sus abrigos los peatones transitaban aprisa por las calles de la ciudad.-

 En la quietud de la mañana podía escucharse únicamente el revolotear de las palomas y el trino dulzón de algún pájaro exótico rezagado en su emigración coloreando de esta manera el místico silencio matutino.-

Desde mi balcón observaba extasiado, como cada día, a la misma hora una dulce viejecita acudía a su cita... Era de complexión pequeña, un poco encorvada, sus cabellos eran de color plata brillante, sus manos parecían rugosas y temblorosas...  Con su paso lento y cansino, llegaba  vestida de blanco por la entrada norte del parque.-Solía sentarse siempre en el mismo banco, dejaba su bastón a un lado y sacaba de sus bolsillos una bolsa blanca conteniendo migas para sus grandes amigas.- A los pocos segundos estaba rodeada de palomas, que acudían ansiosas al banquete que ella les proporcionaba.-Aquella bolsa semejaba un manantial inagotable de comida para las hambrientas aves.-Las había de todos los matices, blancas, grises, negras, marrones, jaspiadas... Observaba un hecho curioso, luego de su alimento diario ellas no abandonaban a la anciana.-Permanecían con ella hasta que llegaban cuatro niños; una niña de ojos azules como el cielo, cabellos de oro ensortijados y sonrisa triste, tendría a lo sumo seis años.-Otro de los niños era alto y bastante desgarbado, sus largos cabellos azabache volaban al viento  libres; como dos enormes esmeraldas sus ojos destacaban en la delicadeza de sus facciones, era el mayor del grupo, yo  calculaba que tendría alrededor de ocho años.- El tercero de los niños era el más pequeño, seguramente contaría con tres o cuatro años, era un chaval muy guapo, sus cabellos lisos formaban una media melena, tenía en ellos la tonalidad naranja del atardecer.-Su carita angelical presentaba minúsculas pecas, sus grandes ojos acerados destacaban por su brillo cegador.- La existencia del cuarto niño se mantenía en el anonimato, nunca podía verlo de frente, solo lograba ver su espalda, ni siquiera podía distinguir el color de sus cabellos...

Desde la soledad de mi habitación podía ver el rostro amable de la anciana señora, portando una encantadora sonrisa que nacía desde sus ajados ojos.-Los niños se ubicaban a su alrededor y durante casi una hora permanecían junto a ella, sus risas llegaban a mí, hiriendo mi abandonado corazón.-Parecían personas simples y sencillas, carentes de  ostentosidad ni rebuscamientos, pero asombrosamente se veían felices.-

Mi curiosidad aumentaba día a día, ni el frío extremo, ni el calor impedían aquellas peculiares reuniones.- Desde mi inocencia fantaseaba pensando que se trataba de una abuela relatándole cuentos a sus nietos.-Pero íntimamente sabía que no era así.-Antes de despedirse, a modo de ritual ella sacaba de sus bolsillos un objeto que desde la distancia se me antojaba un cristal y se los entregaba a cada uno de ellos; luego se despedían con las sonrisas reflejadas en sus tiernas caritas... Los niños partían cada uno por su lado y la anciana señora custodiada por las palomas también volvía por el camino que la había traído.-

Yo quedaba sumido en una gran confusión, intentando esclarecer aquella extraña reunión convocada cada día.-Pero más extraño me pareció todo, el día que mi primo se quedó a dormir en casa.-Recuerdo que dentro del entusiasmo propio de mis escasos siete años le narré en detalle estos encuentros matutinos.-Logré picar su curiosidad y ambos nos despertamos cuando aún no había amanecido, para situarnos tras los cristales de mi balcón, esperando expectantes la llegada de la anciana señora.-Pude ver con detalle su diario paseo, apoyada en su bastón, y  cada una de las cosas que observaba cada día, pero cuando quise comentarlo con mi primo Cristian, su mirada incrédula vino a sorprenderme.-Aparentemente nada de lo que yo venía viendo cada mañana era real.-Según me dijo él, solo era producto de mi imaginación... ¡yo no podía creerlo! ¡estaba todo tan claro en mi mente...! ¡Ahí frente a mí, todo estaba sucediendo en ese mismo instante!.-La incredulidad y las burlas de mi primo hirieron mi susceptibilidad, no podía entender como él no estaba presenciando lo mismo que yo... Fue tan grande mi enfado que significó una agria pelea entre ambos.-Como castigo recibí la penitencia de permanecer encerrado en mi habitación durante tres días sin poder ver mis programas favoritos en la televisión.-Mi sentido de la justicia me decía que estaba siendo objeto de un castigo inmerecido.-Nadie me creía, nadie veía esta escena que acostumbraba a contemplar cada mañana...  Por las noches comencé a tener un sueño recurrente, me veía a mi mismo cruzando el parque al encuentro de la señora, no era un sueño malo.-Por el contrario mientras se desarrollaba el sueño y al despertarme sentía en mi una gran sensación de paz interior.-Era un sueño que si bien me inquietaba, lo ansiaba fervientemente para saciar los sinsabores a que me tenía acostumbrado la vida.-

Desde que tengo memoria nunca he sido un niño feliz, siempre he visto desde mi ventana como el resto de los pequeños se divertían junto a sus padres y hermanos, o disfrutaban jugando con sus amiguitos.-Creo haber nacido solo, pues no puedo recordar si alguna vez mi madre me tomó amorosamente entre sus brazos y me cantó alguna canción de cuna... Tampoco puedo recordar a mi padre jugando a la pelota conmigo, como yo veía hacían otros padres con sus hijos.-Pero lo que más duele es no saber que siente el corazón cuando le dicen “te quiero o te amo” .-Mis padres vivían sumergidos en su propio mundo, trabajo, reuniones sociales o de negocios, viajes... ¡en fin todo estaba antes que yo!.-Nunca hubo tiempo para mi, he vivido desde siempre entre mayores y extraños, imponiéndome normas y castigos casi siempre inmerecidos, pero nunca tuve a mi lado a alguien  entregándome cariño y comprensión.-

Desde mis dos años concurro al colegio, y recién estoy en segundo año de primaria... por momentos me siento un anciano.-Mis abuelos murieron antes de yo nacer, por lo que tampoco he podido disfrutar de la ternura de sus caricias, ni de la complicidad de ellos ante mis travesuras.- Mis días transcurren dentro de una aburrida rutina de la que no me puedo desprender, el colegio, luego clases particulares de inglés, de informática, de música y deportes.-Al llegar la noche estoy tan cansado que me duermo antes de acabar la cena.-Dicen que estoy muy delgado, yo ni me doy cuenta de ello, simplemente he aprendido a obedecer y a callar... En mi casa nadie excepto mis padres pueden emitir opiniones... Mis padres, esos grandes desconocidos para mi; un hombre y una mujer que apenas si veo durante la semana.-No logro recordar la ultima vez que me saludaron con un beso.-Mi madre dice que a los niños no se los besa, pues pueden contraer enfermedades... pero yo veo a mis compañeros de colegio como sus padres los despiden cada mañana con un beso y nunca están enfermos... Tampoco recuerdo que alguna vez me hayan dicho que se sentía orgullosos de mi ante un aprobado... “son ridiculeces, propias de las gentes simples y ordinarias”, fue la seca respuesta que recibí de la autora de mis días, cuando le pregunté por que jamás había escuchado esas palabras dirigidas a mi pequeño ser.-

A fuerza de castigos aprendí a no cruzarme en la vida de los mayores, no necesitaban más problemas de los que ya tenían y un niño siempre era una molestia.-Mis amigos y compañeros anhelaban las vacaciones para partir junto a sus padres a disfrutar de ellas, yo en cambio las odiaba, pues me enviaban lejos, casi siempre a un riguroso campamento, donde la disciplina era muy rígida y donde nos enseñaban tareas propias de la escuela militar.-Eran tres meses agotadores, donde siempre temía no regresar a fuerza de sentirme desfallecer por mis endebles fuerzas.-

Hace pocos días la situación en mi casa empeoró, mis padres nunca han sido una pareja bien avenida, pero en este ultimo tiempo las cosas han ido a peor... Fue entonces cuando recibí la noticia de su divorcio, si bien me entristeció al principio, luego a fuerza de meditarlo, llegué a la conclusión que no traía para mi ningún cambio radical.-Seguiría viviendo en la misma casa, con mi madre... pero de todas formas pocas veces veía a uno u a otro, así que no significaría  nada en especial.-

La vida continuaba indolente, pasando delante de mí como si yo fuera solo un mero espectador.-Mi padre se fue un día junto con su equipaje, ni siquiera se despidió de mí, después pude enterarme a través de los criados que yo debería pasar un fin de semana cada quince días en su nueva casa y también la mitad de mis vacaciones... Sinceramente no me alegraba, prefería seguir estando entre mi pequeño mundo, mis juguetes, mis libros, mi vida... un mundo que ninguno de ellos se había molestado nunca en compartir.-

Unos meses más tarde mi madre trajo a la casa, a su nueva pareja, era un hombre más joven que ella, que intentó hacerse mi amigo... Su melosa sonrisa y sus manos blandas no lograban hacerme confiar en él.-Desde mi inocencia presentía que aquel hombre no era bueno, pero tampoco podía manifestarlo, a no ser que quisiera enfrentarme a un castigo.-

Indolente me reconcentré en mi habitación... Se llamaba César y él si que pasaba mucho tiempo en casa mientras mi madre trabajaba.-Se levantaba tarde, tomaba el desayuno espléndidamente instalado en el balcón de la habitación de mi madre y yo supe enseguida que había entablado relaciones con una de las criadas más jóvenes de la casa, pues desde mi habitación podía escuchar sus risas y el sonido constante de la cama... el mismo sonido que podía oír meses antes cuando mis padres estaban juntos.-A pesar de ser un niño, no tenía ni un pelo de inocente y César era un arribista.-Pero seguramente mi madre no me creería, por lo tanto no me entrometí... simplemente dejé que las cosas siguieran su curso.-

Una noche mi madre se fue de viaje de negocios, pero César se quedó en casa, traté de espiarlo, pero me resultaba muy difícil, era un hombre cauteloso e inteligente.-Sobre la media noche pude ver desde la abertura de mi habitación como unos desconocidos eran introducidos en la casa por él.-Los hombres iban encapuchados, llevaban linternas en la mano y  armas de fuego.-Era evidente que algo extraño estaba sucediendo en mi casa, por momentos sentí pánico, estaba a solas con un hombre al que no conocía y que no le tenía nada de confianza.- Traté de alejarme de la puerta y dormir, justo al rato sentí abrir la puerta de mi habitación y por el espejo del armario vi asomada la figura de César, entonces me hice el dormido.-Cerró la puerta cuidadosamente y yo me incorporé en la cama, cogí el teléfono que descansaba en mi mesita de noche y me metí dentro del armario.- Desde mi escondite llame a la policía, intenté explicarles lo que ocurría en mi casa, pero fue evidente que no me creyeron, pues nunca vinieron.-Estaba asustado, no sabía que hacer... fue entonces cuando decidí arriesgarme y  salir de la habitación.-La casa permanecía a oscuras, pero podía olerse en el aire la presencia humana... agachado, y gateando me deslicé por el pasillo hasta el salón, allí reunidos se encontraban los hombres, junto a César... Pude escuchar su conversación, estaban repartiéndose el botín, vi en la mesita de cristal las joyas de mi madre, y otros objetos que yo sabía eran muy valiosos... Sin saber que hacer intenté alcanzar la puerta de salida, con tan mala fortuna que derribé un jarrón de pie.-El ruido alertó a los malhechores, quienes encendieron la luz y descubrieron mi presencia.-El pánico debió notarse en mi rostro... César habló unas palabras en el oído de uno de ellos y salió de la habitación, era evidente que no se trataba de nada bueno para mi.- Fue entonces cuando intenté huir, lo único que pude escuchar fue el estampido de un disparo, y el olor a pólvora... La munición se incrustó en mi espalda, atravesándome el pulmón izquierdo y el corazón, no alcancé a sentir dolor, la muerte acudió a mi encuentro  fulminante.- Todo había acabado, había muerto, como había vivido, en soledad y rodeado de extraños... Sentí que de mi cuerpo algo se desprendía y se elevaba... Descubrí entonces que se trataba de mi alma, desde la altura pude contemplar mi cuerpo sin vida, yaciendo desangrado sobre la alfombra persa que mi madre tanto cuidaba... seguramente ahora debería cambiarla pues había quedado perdida.- Como si de pronto me hubieran nacido alas comencé a elevarme por el aire y sentí que vagaba por los alrededores de mi casa.-Fui testigo de como los ladrones y César abandonaban la casa a toda prisa.- Dejaban abandonado a la suerte el cuerpo sin vida de un pequeño de siete años llamado Ángel, que había muerto intentando  defender la casa de sus mayores.-

El estampido del disparo en el silencio de la noche alertó a los vecinos, fue entonces cuando la policía se dio cita en el lugar.-Las luces de la casa se encendieron, gritos, voces, y las sirenas llegando al lugar de los hechos, irrumpieron en la quietud de la calle... 

En una ambulancia fue trasladado mi cuerpo, seguí tras de ella para ver hacia donde me llevaban, descubrí entonces que no estaba muerto, pero si gravemente herido.-Médicos y enfermeras se esforzaron en el hospital por rescatarme de las garras de la muerte... Mi padre llegó en el mismo instante en que exhalé el último suspiro.-Pude ver atónito, a un hombre nuevo, derrumbado... Cayó pesadamente sobre mi cuerpo inerte y por primera vez pude ver lagrimas en sus ojos... lloraba desconsoladamente.-Los besos que en vida jamás recibí, cubrieron mi rostro frío, y las palabras más deseadas por mí, pude escucharlas por una vez “Ángel, hijo... te amo”.-Esas palabras trajeron paz a mi alma y fue entonces cuando ésta se tornó más ligera y brillante, entonces ascendió, ascendió, ascendió...

Creo haber llegado a la inmensidad más absoluta, la oscuridad más intensa del universo me rodeaba, pero a lo lejos pude vislumbrar rayos de luz brillantes que como un imán atraían mi alma.-

Ahora puedo escuchar una tenue música... es lo que los humanos acertamos a llamar música celestial, única, inigualable... Luego, a un lado un coro de niños dotados de alas y provistos de diferentes instrumentos entonaban un cántico sagrado... Seguí avanzando entre nubes que parecían de algodón, hasta llegar a un portal reluciente como el oro, las puertas se abrieron de par en par y me invitaron a entrar.-Al fondo ubicado sobre un trono de oro brillante se encontraba el Creador.-Un señor de dulce sonrisa y mirada tierna que extendía sus brazos amorosamente hacia mi... fui recibido con un abrazo portador de una enorme paz y alegría.-No hubo más que unas sencillas palabras... “Bienvenido hijo”, en ese momento supe de que se trataba cuando se hablaba del descanso Divino... Allí por fin encontré la calma, la paz, el amor...

Al día siguiente reaparecí en el parque frente al que se encontraba mi casa.-El sol asomaba curioso en el horizonte, una brisa suave y perfumada acariciaba todo a su paso... Me dirigí directamente hacia el banco, como si una fuerza superior me atrajera hasta allí... Por fin estaba al lado de la anciana señora que tantas veces había visto desde mi ventana, y junto a los niños... los tres que había visto claramente y el cuarto niño que permanecía de espaldas, a quien no podía ver su rostro, hoy se mostraba abiertamente ante mi... Ese niño era yo... El enigma estaba descifrado... Era posible escuchar la suave y armoniosa voz de la viejecita, con infinita ternura alimentaba nuestras almas de la misma manera que alimentaba a las aves.- Las palomas revoloteaban sobre nosotros... La anciana señora finalmente nos entregaba a cada uno  lo que yo había creído se trataba de un cristal...

En realidad no era eso, brillaba irisando los colores del arco iris, eran como rayos luminosos que depositaba en nuestras pequeñas manos... “es la esencia de la vida y del amor... El amor es el único que puede cambiar el mundo.-Id por él y esparcirlo como semilla buena por los corazones de los hombres... luego regresad por más... Debemos sembrar  a lo largo y a lo ancho de este mundo... para que la paz sea posible y el amor sea el único rey”..-

Entonces comprendí él porque de estas reuniones matinales, y todo tuvo entonces sentido, volví la cabeza hacia donde sabía se encontraba mi balcón... esperaba ver la ventana vacía, pero me equivoqué... mis padres juntos y abrazados miraban hacia el infinito... Su mirada perdida denotaba una infinita tristeza, llegué a sus corazones y comprendí el profundo dolor que padecían..  Por primera vez pude ver en sus ojos reflejados la enorme tristeza que sentían, pero también  el amor que mientras viví no supieron darme...

Partí por el camino que tenía marcado, feliz de haber comprobado que ellos me habían amado a su manera... Seguramente ahora el amor había regresado a sus corazones y sus almas estarían más unidas... Sentí que mi paso por el mundo había valido la pena... Justo donde estaba mi hogar había germinado la semilla del amor, desde mi nueva existencia estaría siempre cerca de ellos enviándoles mi eterno amor...

 

 DULCE INOCENCIA
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