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Dentro de mis experiencias profesionales, siempre recuerdo una de la cual aprendí muchísimo. Fue realmente una gran aventura que me permitió llegar al conocimiento de la esencia de los seres humanos o no tan humanos que habitan nuestro sistema solar. Me sentía agradecido y feliz de haber podido estudiar y trabajar en lo que realmente me gustaba cuando recibí una oferta desde lo alto de la superintendencia. Al principio debo confesar que dude mucho en aceptar aquel reto, el miedo a lo desconocido me puso contra las cuerdas. Una batalla interior se estaba librando dentro de mí mismo. Los recelos aparecían a cara descubierta alertándome de los innumerables peligros de arriesgar mi paz y bienestar, pero finalmente la curiosidad humana salió victoriosa y acepté  el ofrecimiento gustoso.

Corría el año 2004  cuando fue descubierto un nuevo planeta en el Universo. Un cuerpo celeste cuya incandescencia irradiaba una luz increíblemente diáfana y de luminosidad semejante a un lucero. Su espectacular brillo opacaba el fulgor del resto de los planetas. Lo sorpresivo del hallazgo condujo a investigar las características del mismo, un equipo de científicos ideó un transporte desde el cual fuera posible espiar, conocer y analizar el suelo. Así como estudiar su composición y revelar la interrogante sobre la existencia de vida en otros mundos. Durante siglos el hombre había aseverado su omnipotencia en el universo, ignorando arbitrariamente la posible existencia de vida más allá de su planeta, su reino y su soberanía absoluta como eje del Universo. La nave partió llevándome como único tripulante a bordo, la curiosidad me producía una especie de excitación difícil de contener. Durante su descenso y hasta su llegada a tierra firme me fue posible observar un paisaje visiblemente diferente al que estaba acostumbrado. El verde sobresalía en toda su gama y tonalidades dentro de una geografía cuyo suelo aparecía tapizado de hierba fresca cual alfombra aterciopelada. Serpenteando el suelo aparecían delgados hilos plateados que se incrustaban dentro de las entrañas de la tierra irrigándolas, dentro de una generosa red hidrográfica.

Desde la altura aparecían ante mis deslumbrados ojos, claros valles y pequeñas lomas bajo un cielo celeste límpido, iluminado por la dorada esfera solar. Por momentos en los claros de los tupidos bosques aparecía algún ejemplar, componente de la fauna autóctona de la zona. Todo ello parecía brindarme  un maravilloso y extraordinario espectáculo de bienvenida. La flora de la región generaba una verdadera composición poética. Flores frescas, salvajemente silvestres y multicolores salpicaban la geografía del nuevo planeta, proporcionándole un sentido elocuente, claro y bastante preciso del aura que resguardaba la región.

El aterrizaje fue lento, la escotilla comenzó a abrirse lentamente. Seguidamente me acerqué lentamente fascinado por el entorno que se presentaba ante mí, con mi pesado equipo gris plata pisé por primera vez el suelo del nuevo planeta. Miré alrededor tras la gran burbuja que protegía mi cabeza y di mis primeros pasos en el mundo. El clima aparecía límpido, utilizando uno de los sofisticados instrumentos que me fueron entregados hice un rápido análisis del exterior. Asombrosamente el resultado arrojado mostraba valores muy similares al terrícola. Sin siquiera detenerme a pensarlo un segundo, me desprendí de la incómoda  burbuja que me proporcionaba el oxigeno imprescindible para la vida. Respiré lentamente intentando verificar si algún síntoma me indicaba intolerancia a la atmosfera. Pasados unos segundos respiré más profundamente, el fresco aire penetró en mis pulmones recargándolos de bienestar. Avancé unos pasos y decidí quitarse el pesado traje que me mantenía prisionero y unido a la nave. Regresé a a la nave y cerré los compartimentos, inspeccionando someramente la cabina y tras consultar la coordenadas abandoné mi único contacto con la Tierra.  Anduve en dirección norte donde pude vislumbrar lo que parecía un sinuoso camino. Mis ojos se extasiaban admirando la belleza natural de aquel lugar que parecía encantado. A medida que me acercaba al camino veía que por él circulaban lujosos vehículos de llamativos colores  a gran velocidad. Me detuve junto al borde de la carretera y esperé unos segundos, tras la empinada loma asomaba un autobús que al llegar a mi lado se detuvo. Tras dudar ascendí al mismo, el chofer cerró la puerta y  caminé hacia el fondo del vehículo sin mirar hacia atrás. No quise hacerlo pues no sabía cómo actuar, en ese preciso instante me percaté que me encontraba atrapado en un vehículo a merced de mi suerte. Aparentemente nadie se preocupaba por mí, ni me reclamó el pago del viaje, ni le parecía extraña mi apariencia. Era más que evidente que cada uno iba inmerso en su propio mundo interior.

Por primera vez estaba reconociendo a quienes poblaban el planeta, eran en apariencia iguales a los humanos terrícolas. Hombres, mujeres, niños, ancianos con la misma constitución física que en la tierra.

 El paisaje iba cambiando a medida que devorábamos kilómetros y kilómetros. Íntimamente me preguntaba cómo me verían esas personas que viajaban en el autobús. Aparentemente no existían diferencias, pero seguramente algo debía diferenciarnos. Observaba detenidamente sus semblantes y pude apreciar un suave gesto de bienestar y un asomo de sonrisa en sus rostros. Al mirar hacia adelante pude ver que nos acercábamos a una  ¿ciudad? Hasta ese momento no había logrado oír de qué manera se comunicaban entre sí estas personas. Bajé en una de las calles que ofrecía gran bullicio. En las aceras se observaban enormes superficies comerciales ofreciendo atractivos escaparates. Sentía dentro de mí gran estupor pues la similitud de este planeta con la Tierra era increíble, podría decirse que eran gemelos. Una pareja de enamorados  acertó a pasar a mí  lado cogidos de la mano, recorrí tras ellos apenas unos metros hasta que  pude  reconocer su lenguaje. Tras ello me  acerqué a unos de los escaparates, por curiosidad penetré en el local. Para mi asombro vi una compacta masa humana que intentaba adquirir artículos rotulados bajo el slogan de “rebajas”. Sentí que estas personas padecían  un estado febril que los impulsaba a comprar compulsivamente. Decidí salir a la calle y seguir observando el comportamiento de aquellos humanos… ¡Bueno de alguna manera había que llamarlos!. Para mí sorpresa vi con estupor que todos los negocios estaban atiborrados de clientes. Hacía mucho tiempo que en mi país, en la Tierra tan lejana ahora, no se veía el vértigo consumista que padecían estas personas. Iba tan abstraído almacenando la información e intentando entender lo que mis ojos captaban que sin darme cuenta tropecé y caí de bruces junto al kiosco de una simpática mujer bastante entrada en años, quien le ayudó a incorporarse. La situación resultaba bastante ridícula y embarazosa, debo confesar que las pocas veces que me enfrenté a una situación así me dominaba  un confuso sentimiento de vergüenza. Me sentía abochornado y ruborizado, algo que jamás pude esconder. Apenas podía articular palabra, pero fue ella quien tomo la iniciativa tras comprender  mi turbación.

            -No se preocupe buen hombre, no ha sido nada... además un tropezón no es caída -dijo ella soltando una sonora carcajada.

            -Lo siento señora...

            -Llámeme Flora, así me llaman mis amigos y sabe que.... me gusta suena bonito y creo que hasta resulta colorido y perfumado... ¡Como las flores!

            -Si es un nombre muy bonito.

            -¿Es usted forastero?... disculpe mi curiosidad…

            -No hay problema… es verdad soy forastero.

            -Y ¿de dónde viene?, por su aspecto diría que viene de muy lejos…

            -¡Ni se imagina cuán lejos! -no le fue posible disfrazar una sonrisa.

La situación bastante ridícula por cierto le divertía y al mismo tiempo aflojaba la tensión que sentía desde el momento de su llegada. Observaba detenidamente a su interlocutora y le pareció ideal para poder recibir la información que necesitaba.

            -¿Tiene familia en la ciudad? –prosiguió indagando Flora ajena a los pensamientos de George.

            -Es la primera vez que vengo y estoy un poco perdido.

            -No debe preocuparse, cuente conmigo para asesorarlo –se ofreció comedidamente ella.

Era un personaje bastante interesante, aún era una mujer joven, un poco robusta, de sonrisa amable y ojos bondadosos.

            -Si me espera diez minutos, es la hora de cierre y podre ir con usted donde necesite.

Definitivamente estaba frente a una mujer servicial, de esas que en la Tierra quedaban pocas. Mientras esperaba que la mujer cerrara su negocio, recorrí la corta distancia que me separaba de un restaurante. Su interior aparecía abarrotado de cliente, el clima en su interior era bullicioso y opaco debido al humo que se concentraba en el local. Los camareros no tenían tregua portando los diferentes encargos,  era la hora de la comida. Salí al exterior para poder respirar ampliamente, dentro parecía que faltaba el aire. Flora llegó a los pocos minutos y comenzamos a caminar por la ancha acera.

            -¿Tienes apetito?

Hasta que ella no me hiciera esa pregunta ni siquiera me había dado cuenta de los alaridos provenientes de mis tripas vacías. La miré sonriendo y asentí.

            -Te invitaría a mi casa, pero allí no hay nada de comer. No he podido dejar nada preparado, y la alacena esta vacía. ¡Trabajando estas todo el día fuera y no te queda tiempo para nada!.

            -¿Trabajas muchas horas?.

            -Las normales, hay mucho trabajo y solo cerramos dos horas para comer… ¿tú de que trabajas?.

George la miró con curiosidad, ¿Qué explicación más o menos creíble podría darle a aquella mujer?.

            -Digamos que soy investigador…

            -¡Vaya, vaya…! ¡Quién iba a decir que tu eres de esos que van por ahí husmeando en la vida de maridos o esposas engañadas!... Deberías sentir vergüenza de prestarte a la bajeza de contribuir a que los matrimonios se deshagan.

Flora demostraba el desagrado y el enojo que le proporcionaba el trabajo que  yo realizaba, al mismo tiempo mostraba su naturaleza impulsiva. Yo sentía que la situación me divertía mucho y que Flora constituía la típica mujer cotilla que prejuzga sin tener dos dedos de frente.

“-¡En fin en todas partes las mujeres son iguales!” –comenté en voz alta.

-¿Que has dicho?

-Nada mujer, tranquilízate… ¡Nada más lejos de la realidad!, mi trabajo se refiere a otro tipo de investigaciones…

-¡Ah…! Disculpa, no se me ocurrió en el momento que hubiera otro tipo de investigadores, claro a no ser la policía y por cierto tu no llevas uniforme que te identifique como tal.

-Y no lo soy Flora, soy investigador… científico.

-¡Ah! Eres químico, trabajas en algún laboratorio…

-Algo parecido, pero dejemos mi trabajo de lado, el tuyo parece ser más interesante y más bonito.

-¡A mi encanta!... Vender flores es des estresante. Algunos creen que son simples plantas, pero ignoran que no es así. Son seres vivos que escuchan, respiran y se nutren, conviven con nosotros, en nuestro entorno, regalándonos su belleza.

-Son preciosas, parecen que nos enviaran un mudo mensaje…

-Y lo envían, en una época fue  un medio de comunicación, usaban los ramos realizados con diferentes especie de flores y colores para enviar secretos mensajes, sentimientos ocultos que por diferentes razones no eran conveniente ser expresados ¿me entiendes verdad?.

Yo asentí la conversación de aquella extraña mujer parecía tener magia y yo estaba totalmente bajo de su hechizo.

            -Actualmente desconocemos la mayoría de los significados de las diferentes especies, pero hay algunas que siguen trasmitiendo sentimientos profundos y puros como el amor. Las rosas rojas… simbolizan la pasión, mientras que las blancas sugieren virtud, castidad y las amarillas amistad…

            -Sabes mucho de floristería.

            -Antiguamente se llamaba al lenguaje de las flores floriografía, he leído mucho al respeto, me fascina el mundo de las flores, son vivos mensajes de amor, de perdón, de admiración y también de respeto.

Se produjo un silencio, quizás Flora se había enfrentado a algún recuerdo que la hizo enmudecer. Yo respete su pausa y camine a su lado calladamente, reflexionando sobre todo lo que había experimentado desde mi llegada.

            -¿Tienes hambre aún? –me interrogó Flora abstrayéndome de mis pensamientos.

            -Sí…

            -Te llevaré a un sitio donde suelo ir cuando deseo estar en contacto con la naturaleza, está a pocos kilómetros de la ciudad. Iremos en mi coche.

Flora atravesó la calle y yo la seguí, su personalidad emanaba un magnetismo especial, no me pude rehusarme. El coche avanzaba por las diferente arterias de la ciudad y yo intentaba grabar en mi retina cuanto veía para poder analizarlo todo más tarde. Aunque debo decir que nada de lo que estaba observando me parecía extraño. La ciudad aparecía ante mi con una repetición más de mi mundo.

Llegamos a  un parque inmenso, rodeado de bosques, lagos y juegos infantiles. Poco mas adelante se apreciaba un jardín muy cuidado donde existían cientos de especies de flores de diferentes formas y colores. Todas ellas estaban tan artísticamente ubicadas que constituían un maravilloso espectáculo para el alma. Dejamos el coche en el parking y caminamos en silencio respetando el canto de los pájaros y el suave vuelo de las mariposas. Escondido tras un gran matorral un pequeño kiosco de alimentos hacía la delicia de los chiquillos que corrían en busca de   frankfurtes   o perros calientes como se llamaban en mi país, hamburguesas, sándwiches o golosinas. Flora compro  nuestra comida y nos ubicamos en las mesas de madera que se ubicaban junto al parque. Una vez saciado nuestro apetito, decidí comenzar a interrogar a mi nueva amiga a efectos de conocer un poco más sobre el nuevo planeta.

            -Cuéntame como es la vida en la ciudad…

            -¡Ah!, ya veo que vienes del interior… allí la vida suele ser más sana que aquí. Todo ha cambiado muchisismo desde el momento en que se acordó crear el sistema único que debería resultar mágico para todos los estados…

            -No pareces muy convencida de tus propias palabras.

            -Y no lo estoy por cierto… Veras a finales del 1990 y comienzo del 1991 un gran cambio trajo como consecuencia la alianza de las dos potencias más importantes- Quienes la gobernaban en esos momentos, Ronaldo Nagaer y Mijaeil Vochabrogh se unieron para dar vida a un innovador sistema que revolucionaría el planeta y mejoraría todo el sistema. Ese fue el momento en que se concibió un gran cambio que afectaría a todos los estados y que involucraría todas las áreas,  la bautizaron con el nombre de Globalización. Comenzó a influenciar en mayor o menor grado en todas las esferas de la actividad humana. A partir de ese momento se gestaron nuevos organismos reguladores y tras la finalización de su mandato se traspasó el poder a los emperadores que gobernaron durante un largo periodo de bonanza.

            -Pero esos “emperadores” aún rigen vuestros destinos…

            -No, hace unos pocos meses han abdicado. Se hacían llamar sus majestades  Warren Riqueza y  Lilianne Consumismo. Durante su mandato se gestó  un fenómeno que aceptaron su existencia independientemente  de la voluntad del hombre y que rigió nuestro comportamiento, aunque no por ello nos haya conducido finalmente a un resultado ventajoso. Fuimos influidos debido a la bonanza económica del momento, a una tendencia incontenible de comprar compulsivamente,  gastar o consumir artículos no siempre necesarios. El proceso fue instaurado conscientemente lo que  dio como resultado un gran cambio cualitativo a todo nivel social. Fuimos “obligados” a un desarrollo social que incrementó la dependencia de todo tipo entre individuos, entidades y naciones.

            -Por lo que me dices Flora ese cambio redundo en beneficios y produjo un verdadero impacto en la sociedad.

-Impresionaba y solo algunos pocos temíamos el futuro. Era de vértigo realmente, la construcción se convirtió en una de las principales fuentes de riqueza, los engranajes comenzaron a rodar y la industria se intensificó en todas sus facetas. Coches sofisticados, vestimenta, química, alimentaria… ¡todo!. Durante toda esa etapa se elevo el standig de vida y el dinero circulaba. Lamentablemente  “sus majestades” ampliaron su familia y concibieron a Egoísmo, Materialismo, Avaricia y Ambición, quienes alcanzaron gran protagonismo. De los 6500 millones de personas que habitamos el planeta, la mitad es muy pobre. Hay dos grupos claramente diferenciados, el mundo desarrollado  con altas cotas de calidad de vida y poblaciones envejecidas  y el que está en proceso de desarrollo con poblaciones muy jóvenes, cada vez más empobrecidas y marginales. La prole de los emperadores comenzó a hacer de las suyas y se gestaron guerras incomprensibles en las cuales murieron millones de inocentes. Estas guerras inútiles perseguían intereses favorecedores para unos pocos, asolando ciudades enteras las cuales debían ser posteriormente reconstruidas, eso movilizaba capitales, también la fabricación de uniformes y armas movilizo intereses que incrementaban las riquezas y fomentaban el desarrollo.

            -Así fue pero, como todo ciclo tiene su desenlace y

 ÉRASE UNA VEZ… un planeta…
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