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¡Ay Diosito como está la vida!

 

¡Ay Diosito como está la vida! Esta expresión fue el legado que recibí de mi abuela Lola y la llevo junto a mi como un escapulario. Pensar que hasta hace… nada… apenas seis o siete años atrás íbamos por las tranquilas calles de nuestra ciudad libremente, me parece imposible. Debo confesar que éste era uno de los más preciados sueños  para cualquier niño de mi edad, cuando nuestros padres nos permitían hacerlo ya nos considerábamos “mayores”, aunque solo teníamos seis años.-

Montados en una bicicleta, jugando carreras en  un monopatín o saltando a la rayuela nos divertíamos y disfrutábamos sin restricciones de nuestra infancia.-

Nada nos faltaba… éramos capaces de construir fantásticos castillos de arena, cocinar magistrales platos con barro, hojas y cualquier otra cosa que se pusiera a tiro.- Soñábamos despiertos con un futuro que aún estaba muy lejos de alcanzar. A veces fantaseábamos con ser famosos cantantes, grandes actores, políticos, médicos, escritores y hasta presidentes de lejanos países.-

El cielo tapizado de estrellas era nuestro límite, nuestros juegos infantiles eran sencillos y los juguetes carecían de la tecnología actual, pero hacían nuestras delicias. Las personas sonreían y en el barrio todos nos conocíamos.-

No sé cuándo fue que esto cambió, pero la alegre y brillante policromía que vestía la ciudad se tornó gris, opaca… al igual que el rostro y la apariencia de los adultos. En mi casa la nevera comenzó a sufrir serias restricciones, y pasados algunos meses mamá reemplazaba su exquisita cena por café con leche y pan.-

En algunas casas inclusive esto representaba todo un lujo.- Yo en mi ignorancia escuchaba rumores que hablaban de “crisis”, “globalización”, “desempleo”, y sinceramente poco podía entender de que se trataba, pero sí estaba seguro que todos ellos eran culpables de las carencias que comenzaron a haber en nuestra familia.- ¡Hasta mis padres siempre tan cariñosos parecían mantener una contienda permanente!.

Muchos de mis amigos del colegio comenzaron a desaparecer y la maestra nos explicó que habían “emigrado”. Yo no podía entender como era eso de abandonar su casa, sus cosas, su familia… No lograba imaginarme en otro lugar, alejado de mi entorno, de mi gente…

Una noche cuando regresaba de mi práctica de futbol, encontré a mi madre acurrucada en el sofá, con los ojos enrojecidos y un papel arrugado entre sus manos. Esa noche papá no regresó a casa y jamás volvimos a verlo.

A partir de ese día las cosas en nuestra familia empeoraron, mamá fue vendiendo objetos, que nos despojaban cruelmente de nuestra identidad. La abuela  vino a vivir con nosotros y al poco tiempo  pude comprender hacia donde habían ido mis amigos…

Al igual que ellos una soleada mañana de noviembre atravesamos el ancho mar. América quedaba atrás, rumiando el dolor de una quiebra largamente anunciada. Fue entonces cuando pude entender el sentimiento de desarraigo que seguramente había acompañado a  mis compinches de travesuras infantiles…

La abuela y mamá estaban seguras que un nuevo horizonte prometedor se abría ante nosotros.- El viejo continente nos recibió en un hechizante amanecer pleno de mágicos colores. La nave aterrizó en suelo español y mi corazón comenzó  a palpitar alocadamente.-El pavor a lo desconocido comenzaba a hacer presa de mí.

Nuestro periodo de inserción a la nueva vida -que yo no había elegido- resultó un tanto difícil… El colegio aparecía ante mis ojos como un gigantesco monstruo a punto de devorarme.- En la clase más de veinte pares de ojos me miraban, algunos con curiosidad, otros con antagonismo y los había también quienes manifestaban desdén, solo unos pocos me tendieron su mano amiga.

Mis padres me habían enseñado a ser un buen niño, obediente y respetuoso, pero a veces resultaba muy difícil  cumplirlo si de ello dependía nuestra supervivencia.-

La diversidad étnica del colegio fomentó una especie de discriminación, donde durante el patio quienes debíamos preocuparnos solo por jugar, nos organizábamos en grupos que competían por dominarse mutuamente. Increíblemente comencé a experimentar una especie de incógnita sobre mi verdadera identidad… “Vete a tu país, sudaca” constituía la respuesta que reiteradamente recibía de mis compañeros de colegio. Por irónico que pueda parecer solía recibir en mi país un adjetivo discriminativo similar debido a mi descendencia española… “gallego”, la diferencia abismal residía en que en Uruguay nadie fastidiaba a un inmigrante ni a su familia. Paradójicamente América del Sur supo acoger en sus prometedoras tierras a quienes llegaron en busca de un lugar en el mundo donde vivir y prosperar. ¡Ay Diosito como está la vida!, nunca mejor dicho…

Mamá enfermó un día, había perdido mucho peso y se la veía demacrada, pero aun así siempre estaba pendiente de sus hijos, alentándonos, y brindándonos su incondicional amor… No recuerdo que jamás nos haya dicho que se encontraba demasiado cansada o que no tenía tiempo…  Su vida se extinguió como una delicada flor... Aunque ya había celebrado varios cumpleaños en España, y fanfarroneaba ante mis hermanos de ser un adolescente, un  sentimiento de desamparo y pérdida irreparable simultáneamente, se apoderaron de mi inocente humanidad.

Gracias a mi abuela, que jamás perdía su fortaleza y alegría fuimos subsistiendo.- Era nuestro pilar y mayor referente en la vida.

Trabajaba mucho y gracias a ello  teníamos de todo, hasta podíamos contar con el manjar más exquisito  en nuestra humilde mesa para  navidades. Increíblemente se las ingeniaba de tal forma que hasta recibíamos las visitas de Papá Noel y de los Reyes Magos.

Nuestra primera Navidad sin mamá fue dolorosa. Cenamos en casa de la hermana de la abuela Lola, allí brillaba tanto la alegría como las luces intermitentes del árbol navideño, pero nuestras almas estaban marchitas. Regresamos pronto a casa y permanecimos de pie junto al pequeño pino adornado por los pequeños rezando por su alma… Una foto de ella nos sonreía alentándonos, pocos minutos más tarde hizo su entrada triunfal Papá Noel cargando un gran saco repleto de regalos…

Una vez más mi abuela había oficiado su milagro, la alegría regresaba calando nuestros corazones e instalándose en ellos… Ella sonreía tras las gruesas gafas de Papá Noel.

En poco tiempo nuestra vida y nuestra familia había menguado a tal punto que yo sentía haber perdido mi identidad.- Inclusive llegue a preguntarme si no sería portador de alguna especie de oscura maldición.

Los años siguientes resultaron bastante duros, mamá y la abuela se repartían para cuidarnos trabajando en horarios que se complementaban.-Nosotros íbamos al colegio por la mañana y salíamos a la cinco de la tarde.-Allí esperaba nuestra madre con una sonrisa en los labios y su inagotable caudal de cariño.-Apenas llegar a casa mamá nos enviaba a lavarnos las manos, debo confesar que era una tarea bastante complicada pues ni mis hermanos ni yo estábamos dispuestos a ceder tan fácilmente.-Luego de merendar hacíamos los deberes. Mis hermanos iban a parvulario y lo único que debían hacer era jugar,,, mientras que yo me resignaba a cumplir con mi deber.-Sobre las siete de la tarde esperábamos con ansias la llegada de la abuela quien siempre nos traía alguna golosina, era el momento en que mama partía para su trabajo. Nosotros deseábamos que ella se quedara con nosotros, pero sabíamos que eso era imposible.-

 

 

Recuerdo que acto seguido llegaba  la hora de ir de compras al supermercado; con la abuela  solíamos llegar  de los primeros. Siempre decía que al que madruga Dios lo ayuda y ella que siempre había madrugado parecía a sus setenta y tantos un gladiador victorioso, luego de una larga tarde de circo en el coliseo romano. Desde muy joven había aprendido a  plantarle cara a los atascaderos que la vida le legó.

Mientras esperábamos la apertura  del local la abuela Lola repartía sonrisas y palabras de aliento entre el resto de clientes que iban llegando.- 

Siempre era por riguroso orden de llegada, nosotros teníamos prioridad claro está… y por extraño que pueda parecer actualmente,  acostumbrábamos a respetarnos mutuamente.-

¡Si hasta  eso ha cambiado!, ahora reina la ley de la selva, es decir la ley del más fuerte y de la prepotencia… Ni hablemos de que la calidad de las cosas también ha cambiado, ya ni la variedad  es la misma.- Actualmente cuando llegan con la mercadería todos se abalanzan sobre ella como buitres salvajes… ¡Al igual que si estuviéramos en las rebajas…! ¡Que risa me da! Después hablan del consumismo… no entendía bien el significado de esa palabra, pero lo comprendí en esos días… ¡eso es consumismo!.-

Las personas vamos por el mundo propinándonos  tumbos unos con otros. Competimos sin tregua en nuestro afán por llegar más lejos, por tener más cosas (muchas veces inútiles) y por gastar más de lo que poseemos.-

A la hora de la cena ayudábamos a la abuela con los platos y exactamente a las diez de la noche nos íbamos a regañadientes a la cama.

A veces por la noche en mi cama, repasaba mi día y acababa agradeciéndote Dios mío por todo lo que nos dabas. Aún era pequeño y quizás no comprendía muchas cosas, pero milagrosamente mi mente recordaba solo las cosas positivas, deliberadamente había botado los sinsabores.- Vivía una nueva vida, en un mundo nuevo donde a pesar de que la realidad a veces era bastante hostil siempre acabábamos obteniendo todo lo necesario y más.-Como había dicho mi madre era una tierra prometedora que nos permitiría tener un futuro brillante…

¡Gracias a Dios en el llamado primer mundo la gente tiene la buena costumbre de botar mobiliario, electrodomésticos y todo aquello que no necesita…! ¡En fin todos los objetos que van reemplazado por otros más modernos y de última generación!. Esa sana costumbre europea es la parte positiva del consumismo, pues nos permitió contar  con todas las comodidades en nuestro piso de alquiler… Este era otro de los placeres que nos permitíamos los inmigrantes… salíamos de compras por la ciudad preferentemente los días quince de cada mes recorriendo los improvisados “bazares”. Cada contenedor solía surtirnos de camas, mesas, sillas, neveras, cocinas… y hasta contábamos con cantidades industriales de ropa en cada final de estación.-

¡Ay Diosito mío como está la vida!.- Lamentablemente en nuestro camino no todo era  un lecho de rosas, diariamente nos enfrentábamos a situaciones peligrosas… Si bien nos encontrábamos en una gran ciudad, moderna, cosmopolita y versátil, toda ella conformaba una gran selva tenebrosa y amenazante,  donde en cualquiera de sus esquinas se escondían cobardes y detestables fieras ruines, que gozaban humillando y maltratando a quienes ellos consideraban humanos “de baja calidad o de segunda mano”.

Los hay de todo tipo: chulos que explotan a mujeres indocumentadas, a quienes raptan y encierran; grupos neonazi que van repartiendo su particular “ley” entre personas inocentes o grupos de adolescentes y jóvenes xenófobos que vomitan su veneno golpeando, maltratando y hasta asesinando por el placer de sentirse poderosos… ¡Qué pena le daban a la abuela estos chicos!, ella siempre decía que eran jóvenes que habían nacido con almas oscuras y rancias que los transformaban en personas débiles, que sentían vergüenza de si misma, manifestándose violentamente para esconder su natural debilidad e ignorancia.-

Recuerdo a una señora de unos treinta y pico de años. Su rostro parecía el de otra mujer mucho más anciana, pero sus ojos revelaban su aún palpable juventud… Vivía en la calle, donde podía… En el banco de un parque, en el portal de un edificio o durante el invierno en el interior de los cajeros automáticos. Se rumoreaba que en su juventud fue extremadamente bonita y de echo aún conservaba sus delicados rasgos; procedía de  una familia acomodada y ella misma había ocupado un alto puesto ejecutivo en una importante empresa.-El amor le cambio la vida, rompió con todo y con todos… siguió ciegamente tras lo que ella creía sería su felicidad… Su amante la llevó con él a Francia, donde residía su familia. Pero un buen día todo se desplomó como un castillo de frágiles naipes y el hombre la abandono por otra mujer.- Incapaz de soportar tanto dolor y tanta humillación, regreso a España, deambulando por las calles de la ciudad, emborrachándose, drogándose y hasta prostituyéndose… No fue capaz de regresar junto a los suyos y creó su particular hogar a cielo raso… Quienes la conocimos y sabíamos su historia, aprendimos a amarla, a respetarla y a cuidarla. Pero la bestia siempre ronda a los más desvalidos, y una negra noche de invierno se convirtió en una víctima más de la xenofobia y la violencia callejera a manos de seres despiadados y sangrientos.

La abuela lloró mucho, quizás más que cuando murió mamá… recuerdo que le pregunté si es que la había querido más que a su propia hija y ella me miró sonriendo y me dijo “tú madre murió arropada por nuestro amor, esta pobre mujer ha muerto ardiendo en las llamas del fuego, huérfana de amor… necesita más que tu madre de nuestras plegarias”.  

A medida que iba creciendo la sabiduría de mi abuela me guiaba en mi camino. Hoy a mis veteranos doce años siento haber vivido durante décadas… he oído por ahí que el alma cuando morimos sube al cielo y regresa reencarnada en una nueva vida… Estoy seguro que yo soy un reencarnado, pues por momentos siento que sobre mi espalda más años de los que he cumplido.

Pero como mi naturaleza es optimista voy sembrando sonrisas aquí y allá… por donde quiera que vaya. A pesar de mi “larga” historia me considero un excelente alumno en la escuela de la vida. No sin muchos esfuerzos logré superar el “haber” de mi vida e intento aumentar el “debe” para poder acabar con un saldo positivo…

He cumplido trece años, por el camino han quedado sepultados seres queridos, sueños… la realidad de este nuevo amanecer es diferente, pero a pesar de los escollos sigo remando contra la corriente, en una lucha sin cuartel por subsistir y sobrevivir en este mundo donde la prepotencia, la soberbia  y el racismo dominan la sociedad…

Muy a pesar mío muchas veces no sé de dónde sacar recursos para alimentar a mis hermanos, la abundancia de años anteriores ya ha cesado.-

También ha cambiado la imagen cosmopolita de la ciudad… ¡quizás si nos cambiáramos a otro lugar!.- ¡No de eso nada, ya ha estado bien de deambular por la geografía mundial. Durante generaciones mi familia vivió en aquella lejana  ciudad donde nací…  Ese era mi país y allí vivía mi gente… Ahora he vuelto a nacer a miles de kilómetros de distancia, he llorado y reído respirando este aire… Cada amanecer comienzo mi particular batalla por sobrevivir, asumiendo mi nuevo rol dentro de una nueva sociedad… Mi madre trajo como único equipaje una enorme maleta repleta de sueños y nos legó su confianza en un futuro venturoso, no puedo defraudarla. Por lo tanto esta es mi ciudad, este es mi país y  esta es mi gente…¡Éste es mi lugar!.-

Ahora les toca a mis hermanos comenzar el camino hacia la integración… han crecido, el primer ciclo de primaria se presenta ante ellos desafiante, retándolos a claudicar, no lo harán estoy seguro. Deben estudiar y vencer, así podrán aspirar a un mañana mejor…

La educación también es otra… ¡me cachis!, y el ámbito escolar se presenta aún más denso que cuando iba yo… pero son riesgos que debemos correr… Ya no puedo dejar a los más peques solos por las calles, porque seguramente la “nueva sociedad” acabaría con ellos, y no es que todos sean malos, para nada Diosito… pero alguno de ellos tienen unas costumbres tan raras, hablan no sé en qué idioma entre ellos y no le pillas nada.- ¡Esa es una falta de respeto caramba! Han llegado al  igual que nosotros, dejando atrás sus orígenes, pero intentan  imponernos sus usos y costumbres… ¡Adonde se ha visto!.-

Después hablan  de que vivimos en un país donde el racismo no está erradicado… ¿Racismo? ¿Qué significará esa palabra?...  No lo sé con exactitud va más allá de la definición académica, pero de todas formas me disgusta mucho su sonido metálico.- Seguro que no es nada bueno, pensando en ello quizás deberían intentar  comenzar una nueva etapa sin desentonar, asumiendo el desarraigo y evolucionar en el mundo occidental.- 

Sin embargo algunas personas van por el mundo con prepotencia y soberbia, creyendo llevarse a la humanidad por delante y a la hora de demostrar su educación, esta brilla en su ausencia.

¡Jolín en mi familia nunca hemos sido personas que nos haya faltado nada, pero eso no nos da derecho a pretender ser ni más ni mejores que otros!.

¡Pero si en el metro ya no es igual viajar!... solíamos recorrer con la abuela toda la ciudad, de norte a sur y de este a oeste.  A mí  personalmente  me encantaba pasear con ella y gracias a sus enseñanzas hoy por hoy puedo ser el guía de los más pequeños de la familia.- Nos apeábamos en las estaciones donde había turistas y allí mezclándonos entre ellos intentábamos imitarlos aprendiendo palabras sueltas de sus diferentes idiomas.- Una tarde una señora italiana nos preguntó cómo llegar a la Sagrada Familia, poco o nada comprendíamos su conversación pero dominando el idioma universal de las señas logramos entendernos de maravilla- La recompensa por nuestro servicio de información nos reportó un brillante billete de veinte euros ¡toda una fortuna en nuestras manos! Esa noche la abuela Lola preparó algo especial para la cena. Como le gustaba mucho el flamenco y de su garganta siempre salían alegres cánticos,  esa noche cantamos y hasta bailamos junto a ella sevillanas. ¡Es que mi abuela era única…  como la extraño!.-

Cuando abandonó este mundo me sentí muy solo… Recuerdo que durante muchos días caminé y camine por las calles y todas se me antojaban vacías, grises… pero fueron sus  sabias y certeras palabras, sus enseñanzas, su peculiar manera de ver la vida, quien me hizo recapacitar y fue entonces cuando mi corazón se alivió en su peso, dejando paso al consuelo.-

¿Recuerdas Diosito que hasta me había enfadado contigo…?.- Perdona, ya sabes que no fue de corazón, pero fue muy duro que me apartaras del más maravilloso ser que desde siempre había iluminado mi vida…. Partió una noche de mucho frío,  con su alegre sonrisa dibujada en los labios, esa misma sonrisa que siempre brillaba en su rostro cubierto de arrugas… Las mismas arrugas que el tiempo  le había regalado… un trofeo que muchos no alcanzan a valorar.- Pero me quedó el consuelo de que fue feliz, su vida fue muy buena… siempre alegre y brindando una palabra de apoyo a quien lo necesitara.-

Mi abuela formaba parte de aquellos emigrantes españoles que huyeron hacia Sudamérica en busca de nuevos horizontes, la recuerdo de muy pequeño siempre cantando y bailando sevillanas…  por ironía del destino, regresó a sus raíces para devolver a la tierra sus cansados huesos.

Siempre que recorríamos la Rambla de Cataluña solía llevar su colorida bata de cola, recogía su negra melena tras la nuca  y la adornaba con un clavel rojo, entonces yo me sentaba a sus pies y comenzaba a hacer palmas y ¡hala daba comienzo la fiesta!...¡a veces se  reunía público a su alrededor para verla bailar!, su taconeo se hacia sentir desde lejos y yo mientras le hacía palmas la miraba embobado…- ¡Era tan bonita, pero de esa belleza pura de raza, que le brotaba de dentro…!.

 No quiero ponerme melancólico ni mucho menos pero es que no puedo dejar de pensar en ella cada día, no lo hago con tristeza, claro que no… ¡hombre si mi abuela Lola no quería ni escuchar esa palabra, siempre decía que era gafe!, que atraía cosas malas.-

¡En fin, ya casi estamos llegando niños!, solo falta un poco más, pero no os apresuréis que hasta el atardecer no abren.-

¡Ay Diosito mío estos niños que son como las nuevas generaciones, siempre tienen prisa!.- No sé para que se apresuran, si tenemos tiempo para todo.-

Esto me hace volver al tema de nuestros viajes en metro, ya no es posible viajar como antes. Yo amaba el metro pues en invierno,  que era cuando más viajábamos con la abuela, nos ofrecía ese calorcito… ¡Mmm… tan acogedor! que daba hasta penita salir de él.-Durante el verano también era agradable viajar en sus vagones climatizados, para escapar del bochorno de la ciudad. Por esto y por otras cosas nos gustaba convertirnos en “topos” y viajar por la ciudad subterránea como acostumbrábamos a llamarla.- Pero claro durante esos años nadie pasaba corriendo mientras bajabas las escalinatas sin importarle si te había tirado al suelo, ni si habías rodado por los escalones… ¡sin mirar atrás para comprobar si tenías un hueso roto!.-

Y la comodidad de antaño… ¡jolín… era tan diferente! Se viajaba tan cómodo, uno  podía sentarte… en cambio ahora te pisan, te aprietan… ¡hasta el aire se ha vuelto impuro!,  parece ahogarte pues  respiras el mismo que ha escasos centímetros ha expirado la persona que tienes frente a ti… ¡Si ni siquiera permiten que los que bajan lo hagan!.- La amabilidad y la cortesía ya no se estilan, ¡hala todos arriba, empujen…! Parece que no vendrán más trenes…

El metro es un mundo aparte, es un lugar único  donde puedes observar más detenidamente a la generalidad humana y es justamente donde te enfrentas con más fuerza a la diversidad étnica, que no esta mal, claro… Es solo que  yo siento que muchos de ellos están ofuscados con la vida, y perdona Diosito mío, pero también contigo.- ¡Y no es justo!, no se dan cuenta del enorme trabajo que tienes tú para cubrir las necesidades de tantos hijos como tienes… Algunas de ellas tienen una mirada que atemoriza, visten desafiando al mundo armados hasta con cadenas… ¡Es que se ha perdido hasta el buen gusto!.-Muchas más son hombres y mujeres que portan el blasón de los vencidos por la vida y sus almas enferman de tanta tristeza y fracaso que guardan en su corazón… Pero de verdad te digo esas personas son las mismas que ves apiladas en los centros de salud primaria, con todo tipo de enfermedades… ¡pero si parece que siempre están llorando a algún difunto!, me temo que han perdido la sonrisa en algún lugar en el tiempo.-

Me pregunto porque muchos van por la vida sin apenas enterarse del mundo que los rodea, o del resto de la humanidad que vive a su vera.-

¿Sabes Diosito hay otra cosa que me preocupa y mucho?, es la violencia que a diario vivimos, pero no solo en las calles donde antiguamente era posible transitar a cualquier hora, y nadie se metía contigo, no corrías ningún peligro… Lamentablemente hoy esto ha cambiado también.-

Cuando tu único delito es ser de un país diferente, tener rasgos, o tener un color diferente, puede ser letal hasta en el metro.-Lo peor es que como vivimos con miedo hasta somos capaces de presenciar actos violentos sin prestar auxilio… Dios mío ¿dónde ha quedado el amor al prójimo?... Un día venía sentado al lado de una señora, y frente a mí se ubicó uno de estos personajes estrafalarios mirándome fijamente, yo intentaba desviar la mirada e incluso me cambié de asiento, él se puso en pie delante de mi asiento y sin mediar palabra descargo sobre mí un puñetazo.  A partir de allí recibí una lluvia de insultos acompañados por  patadas en mis piernas. Asustado me baje en la primera estación… nadie vino a detener a aquel horrible hombre, me sentí solo y desprotegido… Ahora cada vez que viajo en metro lo hago de pie y al lado de la puerta…

Nadie respeta los derechos del prójimo, nadie siente sensibilidad por nada… ¡a donde vamos a parar!.- Me aterra pensar que mis hermanos más pequeños vivan en este atroz mundo inhumano… ¡qué clase de mundo le dejaremos a las generaciones futuras!... ¡no lo sé y sinceramente no quiero ni siquiera pensar en ello!.-

Yo hasta he dejado de salir a caminar bajo el maravilloso cielo salpicado de estrellas como solíamos hacer en mi infancia no tan lejana.-Las noches de San Esteban y su lluvia de estrellas era mi predilecta, siempre me preparaba una larguísima lista de deseos que jamás lograba pronunciar extasiado con el bello espectáculo estelar.     En las noches de verano, no había nada más hermoso que acercarnos al paseo marítimo y quedarnos sentados en la playa mirando la inmensidad del cielo jugando a identificar las estrellas… Esperábamos ver caer alguna estrella fugaz…¡pero si hasta se han acabado las estrellas fugaces! Y claro con ella hasta nuestros deseos… porque actualmente es tan raro ver una que si por casualidad la miras caer ni tiempo te da a pedir un deseo.-

En la noche, su oscuridad encubre a los seres mas horribles de este planeta, y eso que yo raramente me asusto de nada, pero hay algunos que visten de manera tan extraña que dan pavor.- Están los  que visten de negro y llevan cadenas, las mismas que antes usaban los perros para atarlos… usan esos peinados estrafalarios que yo creo hasta pinchan pues simulan grilletes y van maquillados de negro.-

También están los  que también visten de negro, pero van calvos… Tanto los unos como los otros atemorizan y suelen cebarse de los más débiles e indefensos y eso no esta nada bien… Puedo ver a adolescentes de mi edad que ya no lo parecen, usan ropas extrañas, rotas y ¡como beben madre mía de mi alma!, si parecen que acaban de llegar del desierto.- ¡Y lo violentos que son…! si hasta he visto como le han dado una buena tunda a un pobre inocente que el único pecado que ha cometido es tener la piel de diferente color… ¡eso no, jolín!.- Seguramente se creen pertenecer a alguna especie de raza superior o absurdamente justiciera que van por el mundo repartiendo golpes a diestra y siniestra.-

¡En fin Diosito mío…! ¡Que vamos hacerle así esta el mundo!.-

-¡Miren niños hemos llegado, a ponerse en la fila que somos los primeros esta tarde!.- Seguramente ahora vendrá doña María, esa viejecita tan maja, que va media encorvada con su desgastado bastón, pobre mujer… ¡está tan sola!.- Y también estarán a punto de llegar Mohamed y Jazmín ellos no fallan ningún día.-

Los asiduos clientes comenzaban a llegar a cuenta gotas, cuando pudo escucharse el chirriar de las cortinas del supermercado cerrando el establecimiento, todos sabían que en pocos minutos más su sustento diario estaría allí, pero debían hacer acopio de valor para no quedarse sin nada.-Eran muchos para repartir yogures caducados, bandejas de alimentos a punto de estropearse, fruta y verduras marchitas, bolsas de pan rotas… Los contenedores del patio trasero del supermercado no daban abasto con la cantidad de personas a quien debía alimentar cada día.-Muchas de aquellas personas  vivían bajo el cielo abierto y arropadas en invierno por el calor humano que irradiaban ellas mismas; pero también se encontraban en esa situación de desamparo personas de la tercera edad, cuyos menguado ingresos no eran suficientes para subsistir.- Inmigrantes llegados desde el continente negro, o latinos provenientes de países en quiebra económica, pero también había naturales del país que atravesaban grandes dificultades económicas. Un día acá y otro un poco más allá, vidas simple y sencillas carentes del consumismo que se muestra orgulloso tras los escaparates, pero con una vida interior única y verdadera.-

¡Ay Diosito mío como esta la vida!.-

 

¡Ay Diosito como está la vida!
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